
"Para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, muchos hombres y muchas cosas; hay que conocer a los animales, hay que haber sentido el vuelo de los pájaros y saber qué movimientos hacen las flores al abrirse por la mañana. Hay que tener recuerdos de muchas noches de amor. [...] Y tampoco basta con tener recuerdos. Hay que saber olvidarlos [...]; y cuando ya no tienen nombre, ni se distinguen de nosotros, entonces puede suceder que, en un momento dado, brote de ellos la primera palabra de un verso".
La selva del lenguaje, José Antonio Marina
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